Pesadilla
Quien no ha tenido ya en su corta existencia como en su largo recorrido
un ensueño angustioso y tenaz. La diferencia que muchos nos damos cuenta que
estamos en el asqueroso sueño y aun así nos espanta hasta el sudor más
profundo. Llegue a Otavalo caminando por la quebrada de Espejo, por las rieles del
abandonado tren, unos perros empezaron a caminar lentamente con una mirada tan
fija como si fueran cámaras de seguridad, no temía seguí caminando pero entendí
que perro que no ladra salta a morder sin previo aviso, el maldito ya estaba en
mi talón, que dolor carajo; lo patee en pleno hocico le vire la mandíbula y el
otro perro un feo doverman, se alejó sin perderme de vista, asechándome,
maldita sea si esto es un sueño me decía porque mierda me duele tanto, y me
estoy cansando de tanto caminar. Al llegar al Copacabana todo era desierto,
-porque- me repetía -porque no hay nadie- seria lo que paso hace años atrás “el
censo”, ahora entiendo porque tengo la mochila y el uniforme del colegio, que
hora es corriendo hacia el parque el reloj del municipio marcaban las 5 pm. A
lo lejos bajo el Imbabura, esa montaña llena árboles se venía contra todos, era
un temblor, o terremoto no se no lo sabía, que hacer, la gente corría de sus
casas y yo en el parque donde voy, a mi casa pero está muy lejos… gente, niños,
mujeres, viejos me pasaban empujando, la tierra como una ola de mar se venía
encima de todos, sentí una opresión del corazón y mucha
dificultad para respirar era mi hora lo acepte, la tranquilidad bañaba mi
nerviosismo, morirá; no sentí ningún dolor que es esto mi conciencia no se
apagó, todo era negro todo durante el sueño.
Luego una luz empezó a salir sin necesidad que yo vaya hacia ella, era
un escenario donde habían algunas personas, entre ellos unos viejos, uno de
ellos dijo: bienvenidos ahora vamos a jugar deben llegar al extremo de esta
ciudad y alcanzar una campana para que ya no mueran… otro reprocho al anciano
diciéndole ¡ya cánsate Dios, porque te diviertes con el dolor de ellos”,,, él
dijo una vez más riéndose a carcajadas. Que comience corran hijos míos… de
pronto unos monstruos salieron por toda la ciudad y se anocheció de repente,
temiendo lo peor muchos salimos hacia la derecha sin saber a dónde correr, los
que se quedaron en el centro murieron descuartizados, corrí tan rápido,
mientras que otros caían en trampas, ya llegamos dijo uno que me paso. Al
llegar notamos que no existía ninguna campana en ese lugar, maldita sea era al
otro lado; de regreso, no veía nada, de pronto una especie de animal nos agarró
las piernas, me solté más el otro era digerido, ya no avanzo dije… no alcanzare
el otro lado, observe un paso a desnivel, sabía que no iba a llegar, pero no me
importo, si morí una vez y no sentí dolor, porque temería ahora. Acepte mi
muerte y salte morí al instante, otra vez fue indoloro, desperté con un gran escalofrió,
todo lo recuerdo pero lo que me marco como un estigma era la tranquilidad de mi
muerte.
Alvaro-rosa/14
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