Surgat

lunes, 30 de mayo de 2016

EL CAMPANARIO



EL CAMPANARIO

Maldita sea ya son más de seis meses que despierto con el típico susto, ese el  de caerse a un abismo, un instante en el que se reduce a nublosos recuerdos  lo acontecido todo el día; sé que por la noche vendrás pesadilla, tan persistente llaga, te abres, me molestas, sangras.
La rutina melancólica del amanecer y a continuación las actividades diurnas no me fatigaban, mas entrada la noche la astilla del devenir, causaba la hambruna anoréxica que me sometía.
Media noche, lo sé porque vivo a lado de la Iglesia más grande del pueblo, esas campanas suenan como bombas de guerra en mi cuarto, me deshice de casi todos mis artículos del hogar que conseguí a oferta de deudas futuras, lo diré al principio mis despertares eran tan violentos que destrozaba por completo un aparato, ahora prácticamente mis noches se iluminan por la luz artificial de la vela; aumentado el temor que ocasiona el desconcierto del abrupto despertar.
Pensé que con mis gritos los vecinos se incomodarían pero nunca escuche quejido alguno, ni quejas por las mañanas de las vecinas chismosas.
Recordé instantáneamente que tuve de adolecente problemas en el colegio que ocasionaron mi reclusión en la oficina del raquítico psicólogo; con su frase “recuerda lo que no puedes recordar, que te causa daño y resolverás tus problemas”
Desde que mi cuerpo se ubicó en el reposo rutinario, quise recordar esa pesadilla, recuerda me dije, brota de mi mente, ¿de dónde provienes? ¿Cuál es mi trauma?
Recordé que mi novia discutió con migo hace seis meses a las diez exactamente, en aquella noche, si era de noche, porque de esa discusión; mar de mares que inundan mis recuerdos encuentra la cordura así llegaras a la claridad que necesito.
Otra noche y la misma escena, de pronto un gran diluvio entono a mi ventana, me acosté, tengo tanto miedo, un rayo cayó directo al campanario, haciendo remorder mi lengua, el sabor a sangre me hizo recordar aquella noche.
Llegue a mi cuarto en fin de semana sin el apretujo del día siguiente, el tener que trabajar; mis sentidos disminuidos por la ingesta de cerveza, drogas y cansancio. Emborrachado con coraje por los gritos de reproche de mi novia, quería silencio «silencio maldita sea» atine un certero golpe en la sien de mi amada, casi arrancándola la columna de la cabeza. Al caer mi alma se destrozó, soy un asesino.
Sentado casi dos horas a lado del cuerpo sin vida, decidí terminar con mi vida, el muro es fuerte y una soga resistirá, al suspirar y despedirme, mi cuello se rompió al mismo instante que el sonido de la campana. Así me despedí de ese mundo, lo mejor será ser juzgado y condenado en el infierno.
Ahora lo comprendo mi pesadilla está resuelta, por fin seré condenado; acepto el rio de angustia por mi acto, el ácido  desprenderá una y otra vez mi pellejo de mi dolorida alma.
La verdad os hará libres.
INFERNO SADOGOAT

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