EL
CAMPANARIO
Maldita sea ya son más de seis
meses que despierto con el típico susto, ese el
de caerse a un abismo, un instante en el que se reduce a nublosos
recuerdos lo acontecido todo el día; sé
que por la noche vendrás pesadilla, tan persistente llaga, te abres, me
molestas, sangras.
La rutina melancólica del
amanecer y a continuación las actividades diurnas no me fatigaban, mas entrada la
noche la astilla del devenir, causaba la hambruna anoréxica que me sometía.
Media noche, lo sé porque vivo a
lado de la Iglesia más grande del pueblo, esas campanas suenan como bombas de
guerra en mi cuarto, me deshice de casi todos mis artículos del hogar que conseguí
a oferta de deudas futuras, lo diré al principio mis despertares eran tan
violentos que destrozaba por completo un aparato, ahora prácticamente mis
noches se iluminan por la luz artificial de la vela; aumentado el temor que
ocasiona el desconcierto del abrupto despertar.
Pensé que con mis gritos los
vecinos se incomodarían pero nunca escuche quejido alguno, ni quejas por las
mañanas de las vecinas chismosas.
Recordé instantáneamente que tuve
de adolecente problemas en el colegio que ocasionaron mi reclusión en la
oficina del raquítico psicólogo; con su frase “recuerda lo que no puedes
recordar, que te causa daño y resolverás tus problemas”
Desde que mi cuerpo se ubicó en
el reposo rutinario, quise recordar esa pesadilla, recuerda me dije, brota de
mi mente, ¿de dónde provienes? ¿Cuál es mi trauma?
Recordé que mi novia discutió con
migo hace seis meses a las diez exactamente, en aquella noche, si era de noche,
porque de esa discusión; mar de mares que inundan mis recuerdos encuentra la
cordura así llegaras a la claridad que necesito.
Otra noche y la misma escena, de
pronto un gran diluvio entono a mi ventana, me acosté, tengo tanto miedo, un
rayo cayó directo al campanario, haciendo remorder mi lengua, el sabor a sangre
me hizo recordar aquella noche.
Llegue a mi cuarto en fin de
semana sin el apretujo del día siguiente, el tener que trabajar; mis sentidos disminuidos por la ingesta de
cerveza, drogas y cansancio. Emborrachado con coraje por los gritos de reproche
de mi novia, quería silencio «silencio maldita sea» atine un certero golpe en
la sien de mi amada, casi arrancándola la columna de la cabeza. Al caer mi alma
se destrozó, soy un asesino.
Sentado casi
dos horas a lado del cuerpo sin vida, decidí terminar con mi vida, el muro es
fuerte y una soga resistirá, al suspirar y despedirme, mi cuello se rompió al
mismo instante que el sonido de la campana. Así me despedí de ese mundo, lo
mejor será ser juzgado y condenado en el infierno.
Ahora lo
comprendo mi pesadilla está resuelta, por fin seré condenado; acepto el rio de
angustia por mi acto, el ácido
desprenderá una y otra vez mi pellejo de mi dolorida alma.
La verdad os
hará libres.
INFERNO
SADOGOAT
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